Como ser concejal y no morir en el intento.

Desde mi experiencia en primera persona, por haber sido concejal durante un periodo legislativo, aun cuando pueda ser desconcertante el título del presente artículo, confieso que nada es imposible, pero sí creo que es necesario, por un lado, una enorme responsabilidad institucional y, por otro lado, de un compromiso real en la función pública y no una simple “queja constante” como única práctica legislativa.

Hace pocos días atrás, nuestra ciudad, por primera vez, concurrió a las urnas a votar y renovar la mitad del Poder Legislativo local, a través del uso de la herramienta de votación “BUP” [ boleta única de papel ] y en cumplimiento de lo ordenado por la Carta Orgánica Municipal.

Como consecuencia de los resultados electorales locales, de acuerdo a la mirada de algunos, el escenario de la casa de las “ordenanzas” se presentaría, en el futuro cercano bajo un nuevo diseño en el ejercicio del poder, lo que, a juicio de muchos, genera un sendero auspicioso con relación a los asuntos locales; en cambio, otros, ven una mirada pesimista sobre los tiempos que se avecinan debido a la carencia de propuestas reales de lo que ha venido siendo hasta el momento, principalmente preocupados, algunos, más en una publicación en las redes sociales que en aportar, debatir y construir políticas públicas para beneficio de todos los sarmientinos.

Acá, es donde, cabe poner en valor el perfil de los nuevos representantes legislativos elegidos por la ciudadanía, y al contrario de lo que sostienen los “militantes” del pesimismo, opto por ser optimismo en la clase política que genere expectativas y esperanzas de entender que, es necesario un dialogo, constructivo y respetuoso, entre todos los espacios políticos, teniendo como horizonte, el crecimiento y desarrollo de la ciudad, que, al fin de cuenta, es lo que, importa o por lo menos, es lo que muchos aspiramos; lógicamente, hay otros que, no lo ven así, son los que han impedido a través tiempo que Sarmiento pueda ser hoy una ciudad pujante y con crecimiento.

El concejal, con independencia del espacio político por el que arribó al Concejo Deliberante, debería entender – además – de que es un cuerpo colegiado, que no son las deferencias las que los divide sino la “incapacidad” de aceptar esas diferencias las que provoca, en cantidad de ocasiones, la imposibilidad de construir; superadas estas, personalmente estoy persuadido que el camino es otro, pero requiere, en el caso, de una madurez política de todos los actores políticos locales.

Un concejal en función debería honrar la institución, dado que, formar parte de un cuerpo legislativo implica una gran responsabilidad, preservar y proteger al Concejo es una tarea de todos los miembros; conocer, entre otras, la Constitución Nacional, la Constitución Provincial, las leyes provinciales, la Carta Orgánica Municipal, el Reglamento Orgánico del Concejo Deliberante; construir puentes, quien hoy puede ser un adversario mañana puede ser un aliado, hay que aprender a disentir y debatir sin sentenciar o descalificar, las reacciones pasionales y personales – especialmente estas últimas – no son buenas y quedan registradas como algo negativo en la sociedad y, algo, fundamental, es mantener contacto – real – con los vecinos para dar en lo posible respuestas a los reclamos o sugerencias que, varían significativamente y quien ha sido elegido puede ser un vehículo para dar una solución.

Como verán, no es imposible, eso sí, requiere compromiso, responsabilidad, profesionalismo y rendir cuentas sobre la actividad legislativa que se desarrolla de cara a los vecinos.

El tiempo dirá.

Cierro con una frase del tema “Imagine”, de John Lennon “puedes decir que soy un soñador, pero no soy el único”.

Hasta la próxima …

Por Manuel Mauriño, abogado y ex concejal de Sarmiento.