El exjefe de la barra de River dice que la U-6 de Rawson es “un campo de concentración”

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Alan Schlenker contó escalofriantes detalles de la cárcel de Chubut en la que está detenido hace un año para cumplir una condena a perpetua.

Alan Schlenker, imputado en la causa por el crimen de Gonzalo Acro, se encuentra detenido en la Unidad 6 de Rawson, Chubut, con cadena perpetua. En diálogo con el programa radial Código de Barras –replicado por el portal Infobae-, el exlíder de la barrabrava de River brindó detalles escalofriantes de su estadía en el Instituto de Seguridad y Resocialización.

“Estoy en el pabellón 10, que le dicen La Villa, porque es en el que están los internos de mala conducta. Diría que la cárcel es un campo de concentración”, graficó el hombre que fue acusado como instigador en el homicidio de Acro. Y continuó: “Estás lejos de tu familia e imposibilitado de todo. Yo estoy ávido de noticias y no te dan acceso a la información. Cuando mi familia me trae el diario, me lo tiran al suelo y me dicen que está prohibido. Hay cuatro televisores en los que pasan cumbia, reggaetón, alguna película o partido, pero no se ven los noticieros”.

Schlenker había cumplido dos años en el Complejo Penitenciario de Marcos Paz, antes de ser excarcelado. Luego fue encerrado en la Unidad Penitenciaria de Azul, donde tenía la posibilidad de estudiar Derecho. Según contó, en febrero de 2018 lo trasladaron a Rawson, justo antes de tener una entrevista con gente de Innocence Project Argentina, que trabaja en casos donde, por error judicial o causa armada, personas inocentes han sido condenadas injustamente a penas privativas de la libertad. El próximo sábado cumplirá 4 años como recluso (y 6 en total).

“En Chubut estamos tan lejos que ni siquiera agarramos la radio AM con las noticias de Buenos Aires. Apenas en alguna AM o FM tenemos algún breve acceso a la información. Me alejaron a 1.500 kilómetros de distancia de mi hijo de 5 años, de mi familia y mi posibilidad de estudiar. Acá estoy hace más de un año y pude ver dos veces a mi hijo, cuando en Azul lo veía todos los meses”, aseveró.

Más allá de la incomunicación, Schlenker brindó otros crudos aspectos que se viven día a día en la cárcel sureña: “Hay mucho frío y solamente dos calefactores, no hay módulo sanitario como exige el Código, no te sacan al patio, solamente una vez por mes vemos la luz del día porque estamos encerrados en un pasillo”.

Y ahondó: “Más allá de que parece un campo de concentración pese a que estamos en 2019 y es una locura que se permita esto, hay cantidad de muertos por violencia interna, gente que se prende fuego y otra que no tolera el régimen”. La lectura es lo único que funciona como atenuante ante estas situaciones cotidianas.

En tanto, ejemplificó la estadística que afirma que el 1 por ciento de la población carcelaria, muere: “En la cárcel de Rawson hay quinientos presos y el año pasado murieron cinco por violencia interna, a puñaladas”. Además, criticó el trato que recibe como recluso: “Es degradante e inhumano, nadie hace nada, no hay fondos. Tampoco reinserción, están todos aislados, encerrados y empastillados. Ni siquiera le sirve para limpiarse al que se droga, porque cuando llega el enfermero, todos gritan ‘ahí llegó el transa’ y van a buscar sus pastillas”.

Mientras Schlenker, piloto comercial de primera clase e ingeniero agrónomo recibido en la UBA, mantiene la lucha por su inocencia y apela a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, también refleja la realidad que no se ve: “No se brinda ninguna rehabilitación, la sociedad pide demorar a los presos más tiempos, pero no se da cuenta que eso va a traer peores males para nuestros hijos y nietos. La gente sale más resentida y delincuente que cuando entró, por eso hay tanta reincidencia. Hace falta que se invierta mucho más en algún tratamiento para resocializar a los internos, cosa que no ocurre”.

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